En el corazón de Castilla-La Mancha, en España, se encuentra la provincia de Cuenca, un territorio rico en historia, arte y naturaleza, pero, sobre todo, en fiestas y tradiciones que reflejan la identidad y el alma de sus gentes. Este artículo invita a un viaje por las celebraciones más emblemáticas de Cuenca, que se erigen como un atractivo turístico de primer orden para aquellos ávidos de descubrir la esencia cultural de esta región.
La Semana Santa es, sin duda, una de las festividades más emotivas y profundamente arraigadas en la provincia. La ciudad de Cuenca la celebra con especial devoción, siendo reconocida internacionalmente y declarada de Interés Turístico Internacional. Las procesiones, que recorren sus empinadas calles y cruzan el emblemático Puente de San Pablo, ofrecen una estampa única donde la fe, el arte y la tradición se funden. Cofradías y nazarenos, acompañados por el sonido de tambores y saetas, crean un ambiente de recogimiento y belleza que atrae a visitantes de toda España y del mundo.
No menos importante es la Feria y Fiestas de San Julián, a finales de agosto, donde Cuenca se viste de gala para honrar a su patrón. Esta fiesta, que combina actos religiosos con una amplia gama de actividades culturales, deportivas y musicales, sirve como punto de encuentro para cuencanos y turistas, que pueden disfrutar de conciertos, corridas de toros, fuegos artificiales y una feria que anima las noches hasta bien entrado septiembre.
Uno de los eventos más peculiares y que despierta gran curiosidad es La Endiablada de Almonacid del Marquesado, celebrada en febrero. Es una festividad de origen ancestral cuyo protagonismo recae en los «endiablados», personajes que, cubiertos de coloridos trajes y enormes cencerros colgados a sus espaldas, danzan al ritmo marcado por dichos cencerros por las calles del pueblo, creando un espectáculo sonoro y visualmente impactante. Esta tradición, que se celebra en honor a San Blas y La Candelaria, ofrece una visión única de la fusión entre lo pagano y lo cristiano que caracteriza muchas fiestas españolas.
Otro de los grandes atractivos de Cuenca es la celebración de «Los Mayos», que tiene lugar la noche del 30 de abril. En distintos pueblos de la provincia, los jóvenes salen a cantar los mayos a las mozas bajo sus ventanas, en una serenata que mezcla el cortejo tradicional con la festividad. Acompañados de guitarras y bandurrias, estos cantos son una muestra viva de la tradición oral y musical de la región.
Además, a lo largo del año se puede disfrutar de múltiples romerías, mercados medievales, fiestas patronales y representaciones teatrales que van desde el misterio de la Pasión de Cristo en Tarancón, hasta las celebraciones en honor a la Virgen de Rus, en San Clemente, demostrando la riqueza cultural y la diversidad de expresiones festivas que posee la provincia.
Las fiestas y tradiciones populares de Cuenca no son solo una manifestación de la fe y el folklore local; son también un poderoso motor turístico que ofrece una experiencia única a quienes buscan conocer España más allá de sus clichés. La mezcla de solemnidad y alegría, de tradición y modernidad, hacen de la provincia de Cuenca un destino imprescindible para cualquier viajero interesado en el corazón cultural de Castilla-La Mancha.